La Almadraba de Tiro según J. S. López de Messa, capitán de almadraba
Artículo publicado en el Boletín la Laja nº11 del 08/2009
En el Archivo Ducal de Medina Sidonia, en Sanlúcar de Barrameda, existe un documento de comienzos del siglo XVIII, que constituye un verdadero Tratado de Almadrabas. Fue escrito por Joseph Salvador López de Messa y constituye una magnífica fuente para el conocimiento de la técnica pesquera de la almadraba de tiro. No solo explica con detalle la forma de pescar, sino que ofrece relación de su numeroso personal y sus diferentes empleos, los sueldos y menestras para su mantenimiento, así como relación de los diversos pertrechos utilizados y abundante información sobre la pesquera. López de Messa aporta también dos vistas de Conil y de Zahara, donde podemos apreciar la ubicación geográfica de ambas localidades y los diferentes lances de la pesquería de los atunes[1].
Cuarenta años después, su hijo Salvador López de Messa, escribió otro texto más sintético sobre lo mismo[2], en base al que escribiera su padre, que se relaciona con dos magníficos dibujos de la Almadraba de tiro de Conil, realizados a petición del duque[3], al que sirven de magnífico complemento. Estos documentos permiten comprender mejor esta técnica pesquera inmemorial[4], que se mantuvo en Conil y la costa del Estrecho de Gibraltar, desde la baja Edad Media hasta fines del s. XIX, durante más de quinientos años.
1. CRISIS Y RECUPERACIÓN PESQUERA
Las almadrabas del Duque de Medina Sidonia no eran en el s. XVIII lo que fueron en el s. XVI, verdadera edad de oro de esta pesquería[5]. El XVII fue, en general, un siglo de buena pesca, pero durante los años 70 y 80 las almadrabas se hunden. Antes de mostrar el texto de López de Messa, de 1725-1727, conviene contextualizarlo en la larga y grave crisis pesquera del cambio de siglo.
1.1. Las almadrabas en la primera mitad del s. XVIII
En época del último Austria Carlos II y de Juan Claros (1667-1713), XI duque de Medina Sidonia, se produce el hundimiento de las almadrabas, que se armaron sin continuidad, sobre todo Zahara, inactiva durante muchos años. La Guerra de Sucesión no ayudó a mejorar las cosas. Tras ella, durante el reinado de Felipe V y el ducado de Manuel Alonso de Guzmán (1713-21), las cosas parecieron mejorar inicialmente, pero enseguida volvió la atonía. La decadencia era total, como la de la pesca en su conjunto y la del país en general. Conil está reducido a jabegón o media almadraba, las Chancas están abandonadas, hay escasez de embarcaciones y de pertrechos. El Privilegio inmemorial de pesca sirve de poco o no se cumple, y el duque hace contrato o compañía con los armadores locales, que pescan el atún con sus jábegas.
En tiempos del XIII duque Domingo de Guzmán (1721-39), Conil y Zahara inician una lenta recuperación. Desde los años 20, la Casa ducal realiza importantes inversiones, recaba estudios e informes y ensaya la almadraba de buche en Conil. En realidad, fue la duquesa Josefa López Pacheco, casada con el duque en 1722, quien jugará un papel decisivo, pues estuvo al frente de la empresa y aportó la persona de Francisco Salanova, eficaz administrador, para enderezarla[6]. Se realiza ahora una ambiciosa política de reactivación del negocio en Conil y Zahara, con inversiones en infraestructuras, personal, pertrechos y embarcaciones, en una época de recuperación económica general durante el segundo reinado de Felipe V. La Casa de Guzmán vuelve a reivindicar sus viejos Privilegios de pesca en Tarifa y otros lugares, haciendo valer también sus derechos frente a la corona: exención del impuesto de la sal, etc[7]. Pero inversiones y pleitos solo posibilitaron una recuperación limitada y decepcionante de las almadrabas de Tiro, que exigían elevados gastos de armamento y proporcionaban escasos márgenes de beneficio.
Durante la minoría del último Guzmán, el XIV duque Pedro de Alcántara (1739-79), su madre -la duquesa Josefa- vuelve a impulsar el negocio introduciendo nuevas almadrabas, una de buche en El Terrón (Lepe), en 1741, y desde 1743 sedales para atún y otras especies en Los Lances (Tarifa) y Torre Carboneros (costa del Doñana). Pero el despegue de estas nuevas pesquerías, durante el reinado de Fernando VI, apenas logra compensar el nuevo hundimiento de Conil y Zahara, a mediados de siglo, sobre el que reflexionará fray Martín Sarmiento[8], amigo del duque Pedro. Éste, ante lo limitado del negocio, continúa arrendando dichos pesqueros y recurre a calar también pequeños artes de monteleva y sedales en Almería desde 1763, sin mejorar resultados, pues la pesca se mantuvo estancada desde los años 40 en torno a los 8.000 atunes anuales, a pesar de la ampliación del número de almadrabas[9]. La minuciosa contabilidad ducal permite conocer con detalle la evolución pesquera y las dificultades de la empresa a lo largo de toda la etapa.
1.2. El “pliego de prevenciones” de 1725
El año 1725, en los inicios de la recuperación pesquera, Joseph Salvador López de Messa, envía a Domingo de Guzmán una larga carta con sus “prevenciones” sobre las almadrabas, que ofrecen valiosa información para entender las causas de la crisis pesquera de fines del s. XVII y comienzos del s. XVIII. En su larga carta, Messa reflexiona sobre lo eventual de esta pesquería y las ventajas e inconvenientes de Conil y Zahara, únicas almadrabas andaluzas existentes por entonces, dando consejos sobre la organización de la empresa[10].
Messa esgrime su amplia experiencia en las almadrabas del duque, donde ha trabajado con continuidad durante más de un cuarto de siglo. Empezó sirviendo en Zahara como Contador, el año 1689, y el año siguiente trabajó en Bolonia como Veedor de mar, ambas arrendadas por el duque. Desde 1691 desempeñó en Conil los oficios de Ayudante de capitán, Veedor de mar… hasta llegar al grado de capitán en Zahara, en 1717, y en Conil, donde ejercerá de capitán durante seis años, 1718-21 y 1724-25. Entre 1689 y 1725 –explica Messa- hubo años buenos y malos, pasajes abundantes y escasos. Se armaron distintas almadrabas “unas veces con numerosa gente, y otras con la mitad”, pero reconoce haber visto que en la mayoría de los años “se han errado los planes”.
Messa distingue entre jabegones y almadrabas. El “jabegón” reduce personal y equivale a media almadraba, porque le bastan 250 hombres, 2 barcas de cinta, 3 de sedal y 4 calones, para pescar muchos atunes con la mitad de gastos. La “almadraba real” necesita en cambio 550 plazas y hasta 600, “como en los tiempos pasados”, pues puede haber dos, tres, ó cuatro boles a un mismo tiempo, y no solo hace falta asegurar los atunes, sino realizar otros trabajos y faenas: cobrar las redes, botar y varar barcas, meter cintas y sedales en ellas, con la rapidez que manden el Capitán y el Veedor; pero “en los jabegones es todo a la mitad… y juntando el personal de dos jabegones en una almadraba real el personal es el mismo y se pesca más si vienen atunes”. En épocas de poco paso es preferible el jabegón, y mejor si se arrienda. Messa recomienda “probar fortuna en Conil y Zahara” con jabegones y si faltan barcas –dice- se hallarán sin dificultad en las playas de Conil y Vejer, como ocurrió en 1717, cuando se volvió a pescar en Zahara. Redes y otros pertrechos no faltaban en los Almacenes de ambas chancas.
Así pues, estamos en época de poco paso de atunes, o de paso “por fuera”, es decir, lo suficientemente alejados de la costa para no poderse pescar. Messa echa la culpa al mal tiempo, pues no es lo mismo buena mar y tiempos favorables, que vientos y tiempos contrarios; entonces “pasa el Atun tomando otra Cordillera de la Costa… y se pierde la temporada”, lo que solía ocurrir en años lluviosos. Habla de las “tormentas que sobrevienen en la fuerza del pasage, enfureciéndose el Mar removiendo las arenas de su centro, enturbiando las aguas sin permitirnos velarlo, ni echar las Varcas en dos, tres y quatro dias”. También menciona los levantes recios y fuertes vendavales, que dificultan la pesquería en Conil.
Él prefiere la almadraba de Zahara y anima al duque a seguir armándola, excusando los malos resultados de temporadas recientes. Esta almadraba, dice, tiene “situación más propia que la de Conil, por estar esta en perfecta Cordillera, y punta por punta la dara y lance con el Cabo que llaman de Trafalgar, y ha sido en los tiempos pasados más segura que la referida de Conil demostrándose la pesquería mas abundante, cuya verdad testifican los Libros”. Se dejó de calar para hacerlo en Conil por el peligro de moros, miedo del que se contagiaron los criados de la Casa, “dejando en el olvido aquella alhaja”, como pudo comprobarse en 1717, “con la desgracia de la falta de pesquería, año fatal de aguas turbias” que derramó el Barbate. Porque “aunque los Levantes son buenos para la Almadraba de Zara, esta tiene el Padrasto de la ría de Barbate por cuya boca se vierte en el mar las aguas que en la invernada ha recogido la Laguna de Janda”, si desaguan durante la temporada.
Achaca los malos resultados de Zahara en 1722-23 a la mala dirección. Pero no oculta los inconvenientes de esta almadraba, su “mayor coste y gasto, aunque no crecido, por su situación y otras circunstancias”. Además, hay que dotarla con vecinos de Conil, que, acostumbrados a trabajar en la de la villa, “se excusaran a servir fuera de ella en otra”, lo que se puede arreglar con tiempo, buscando remeros en Tarifa, Chiclana y otras partes, “pero siendo solo una la almadraba que se armase, se podrán encontrar remeros en Conil”. Termina diciendo que aunque Zahara sea “desierto, despoblado, y peligroso de Moros, le tengo cariño...”. Para devolverla a su antiguo esplendor, era preciso entonces reconstruir su Chanca, pues estaba parcialmente en ruina y casi abandonada.
La almadraba de Conil, que se armaba con mayor regularidad, es también valorada por Messa, que la conocía muy bien. Sobre su situación “no podré decir jamas que es mala por estar en cordillera”, aunque tiene el inconveniente de las aguas turbias del cabo Roche que, en época de lluvias, desvían los atunes por fuera de la dara o impiden verlos con tiempo suficiente, como se ha podido constatar “desde la torre de la Almadraba de Castil Lobo”, armada en 1722. Desde comienzos de siglo, se armó más en Conil que en Zahara por el motivo de “buscar las conveniencias de estar en Población, y vivir dentro de sus propias casas y lograr con esto mantenerlas aprovechándose los oficiales de Mar y Tierra y demas conjunto de individuos … y lo mas Señor estar seguros de los riesgos y voz horrorosa de Moros que comúnmente llegan a aquellos parages”. Pero dice que los levantes son más perjudiciales en Conil, dándose el caso que “desde el dia 28 de Mayo hasta 12 de Junio, ya ventando Levantes rezios, en Conil, vendavales fuertes,…, mar de leva, y que ésta remueva las arenas del mar enturbiando las aguas”, lo que hace que el atún pase por fuera, por otra “cordillera”, en dirección al cabo de Trafalgar, sin recalar en la ensenada. Además, esta almadraba “esta expuesta a mas temporales que la de Zara por estar en parage que le bañan mas las atravesías, y los Vientos le cogen de lleno ciñendo su lanze con intrepidez levantando marage que impide la pesquería, y la manutención de las Varcas en la Dara, cuyos perjuicios son notorios pero no por esto ha dejado esta Almadraba de tener buenos sucesos”. Así pues, según el experimentado capitán, Conil estaba algo peor situada que Zahara y era más dificultosa.
Messa alaba a los pescadores de Conil, que reputa como los mejores: “Todo el gremio de gente de Mar de Conil es mas aparente que otra ninguna para las Almadrabas por estar connaturalizados y criados en ellas, cuya practica y experiencia les tiene echos peritos en sus exercicios, … y especialmente por lo respectivo a oficiales de mar por consistir en estos las razones de inteligentes”. Sus vecinos –dice- “son amantes desta Almadraba y todos desean con anhelo su armamento porque faltándoles resulta en daño de su manutención, con perjuicio de sus casas y familias, mediante que en la temporada gozan las raciones que tienen señaladas, según sus Plazas y empleos, circunstancias que apetecen más por su pobreza, pues siendo el numero de gente desta calidad mas crecido y exercitado en el Mar y sus pesquerías, desean la Almadraba para convalecer de su miseria”. Con ello transigió el duque –dice Messa- a costa de su propia hacienda. Y cuando se arma con poca gente surgen las murmuraciones de “individuos ociosos vecinos de Conil… diciendo ya se fueron los Atunes, que lastima”, lo que tacha de “eco pernicioso y maligno”. Pero los de Conil necesitaban de su almadraba para vivir, pues tenían prohibido pescar con sus jábegas mientras aquella estuviese funcionando.
El capitán Messa da al duque algunos consejos sobre la organización de la empresa. Cuando, para evitar pérdidas, se decida el arriendo, es conveniente que la tripulación vaya a “pagas y soldadas fixas de la gente, y no a partes”, lo que garantizará el funcionamiento y mejorará los precios del atún. En todo caso, el duque debe nombrar siempre los cargos de Capitán, Contador y Tesorero, evitando así perjuicios como el acaecido en Zahara en 1722 que, por falta de capitán experimentado, se perdieron “crecidos boles de atunes”. La autoridad del Capitán es esencial, pues es quien preside la Junta de Oficiales, y no debe dejarse el mando en manos de armadores locales, sino recaer –dice- en persona con conocimientos y merecimientos.
Señala también la importancia de los Atalayas pero, por falta de incentivos económicos y honoríficos –dice- ve “muy en tierra y casi perdidas las direcciones de las Torres porque no ay quien quiera aprender en ellas” y los “dos Atalayas mayores son ya hombres de bastante edad”. Para este oficio no basta con tener buena vista, sino que hacen falta también inteligencia y conocimientos. Destaca también la importancia del trabajo del Armador mayor y restantes armadores en el alistamiento de redes y en la vital cuestión de la reposición de pertrechos, “de forma que no se padezca falta, sino que se tenga todo lo preciso para la pesquería”.
Tener bien surtidos de Sal los almacenes es igualmente fundamental. Dice que hace muchos años que los duques cesaron de labrar las salinas de Conil y Zahara, “mediante reconvención y ajuste echo con la Real Hacienda, y desde entonces se ha estado gastando Sal de los almacenes, y especialmente de Conil”, adonde se trajo sal en recuas desde Medina y Vejer, siendo preciso traer más por tener ya muy poca. Sugiere comprarla al rey y no traerla de Zahara.
Sobre la conveniencia o no de comprar bueyes y carretas, se muestra partidario de su alquiler, por ser menos costoso a la postre que mantenerlos propios. Conil necesita 14 carretas y 12 Zahara, pero solo deben comprarse carretas si la pesquería recobrase su pasado esplendor.
Se queja finalmente de los bajos precios del atún, culpando a los mercaderes, que solo compran los atunes grandes y solo ofrecen por los pequeños la mitad de lo que valen. Los jabegones han sido perjudiciales a la Hacienda ducal por las razones comentadas de falta de dirección, pero también por su repercusión negativa sobre los precios. En este sentido, Messa señala que no debe concederse facultad “para poder pescar todo genero de pescado blanco durante la almadraba” –como ocurrió en las últimas temporadas- pues “es perjudicial a el arte de la de los Atunes por ser opuesta a la concesión del Privilegio, en que siempre se ha visto prohibir dichas pesquerías a los armadores de estos territorios, pues desta privación se sigue el beneficio a la Excelentísima Casa para que todo genero de Harrieros se apliquen a las pescas de las Almadrabas cargando de Atún sus requas y cabalgaduras y se le da valor al atún”, lo que no ocurre si comercian con toda clase de pescados.
1.3. El “Tratado de Almadrabas” de 1727
Dos años después de esta “carta de prevenciones”, Messa vuelve a dirigirse al duque con un largo escrito titulado “Tratado de Almadrabas, con esplicazion de todo lo que pertenece a la Antigua de Tiro, y a la moderna de Buche, con un nuevo Discurso para otro Armamento que sea más Útil a la Hacienda del Exmo. Sr. Duque de Medina Sidonia, mi Señor”. Este extenso escrito constituye la segunda parte de los “Papeles sobre las Almadrabas…” que comentamos, y fue escrito tres meses después del primer ensayo de almadraba de buche en Conil, que constituyó un estrepitoso fracaso y causó un gran malestar entre la población.
Messa explica que el buche ensayado en 1727 en Conil, ejecutado por los portugueses, es “armamento nuevo en su costta y jamas practicado”. Reconoce que no ha visto nunca dicho armamento, aunque sabe que es bueno por el ahorro de personal y de embarcaciones. La descripción del arte parece corresponderse con una almadraba de Monteleva, típica de Levante o de Ceuta, o un pequeño buche portugués, pues le bastan solo 6 barcos y 50 plazas. Messa admite su bondad para ensenadas y bahías, pero no para costas “expuestas a tormentas o mares de leva que los desbaraten y destruian en costa descubierta y tan zercana al Esttrecho como lo es la de Conil”. En todo caso, el principal inconveniente que ve en ellas es su forma de pescar, que considera difícil y arriesgada, especialmente las “sacadas” o levantadas que, reducidas a ocho o diez por temporada, debido a temporales, vientos o corrientes, nunca podrán pescar mucho. Y concluye diciendo que aunque el buche puede encerrar mucho pescado, “pescar muchos y mattar pocos, no puede ser bueno”, por lo que su dictamen es que no es arte válido para las costas de Conil y Zahara, donde corre el riesgo de ser destruido por el mar, perdiéndose la pesca, como ocurrió en 1727. Ya dijimos que el experimento del buche causó un gran malestar y oposición en Conil, pero Messa exonera a los conileños de toda responsabilidad en su fracaso[11].
El Tratado de Almadrabas se estructura en tres capítulos y un apéndice: la almadraba de tiro, la almadraba de buche y un “Discurso hecho por J. S. López de Messa sobre Otro nuevo Armamento para Pescar Atunes” –en el que propone al duque un “mixto”, mitad tiro y mitad buche[12], a lo que sigue un largo apéndice sobre el personal de la almadraba de tiro y otras interesantes cuestiones de la pesquera, el “Extracto de los empleos pertenecientes a La Almadraba, Ofisiales de que se compone, Gente de necesita de Todos Gremios y lo que les pertenece de soldada, Pan, Carne y Harina y razon de los tiempos que son Contrarios para la Pesqueria asi en Conil como en la de Zara”.
Tras el informe de Messa, el duque convocó en 1.728 Junta de peritos e inteligentes en la pesquería, para elegir el modo de pescar ese año en Conil: buche, tiro o el “mixto” propuesto por Messa. La decisión fue volver a ensayar el buche al modo portugués –que los de Conil llamaban “buche del fraile”- descartando el tiro por sus “excesivos gastos y poca utilidad”, viniendo a la almadraba 74 portugueses y el armador Antonio Díaz, que volvió a fracasar[13]. Tras ello, se dio por concluido el experimento, y en 1729 volvió a armarse el tiro en Conil, con buenos resultados.
La almadraba de tiro se mantuvo en Conil y Zahara, sin novedades importantes, durante mucho tiempo, y se continuaron las inversiones iniciadas: se abrieron salinas en Conil, se mejoraron los edificios industriales, se reclutó personal, se repusieron pertrechos… Los escritos de Messa –que sintetizará en los años 60 su hijo Salvador- se inscriben dentro del conjunto de iniciativas que puso en marcha la Casa ducal para reflotar el negocio almadrabero. Algunos de los consejos de Messa el viejo fueron puestos en práctica, en años sucesivos, y la parcial recuperación pesquera de los años 20, 30 y 40 del siglo debe mucho personajes como él, que pusieron su saber y su trabajo al servicio de los intereses de la Casa Ducal.
2. UNA TÉCNICA PESQUERA INMEMORIAL
De la almadraba de tiro poseemos, por su compleja belleza y espectacularidad, numerosas descripciones, entre los siglos XVI y XIX, unas literarias y otras más técnicas: Pedro de Medina, Agustín de Horozco, Pérez de Messa, Suárez de Salazar, Sáñez Reguart, Antonio Ponz, Miravent o Thebussen[14]. Pero ninguna de ellas posee el conocimiento de la pesquería, la precisión en la descripción y en el lenguaje, comparadas con la realizada por Joseph Salvador López de Messa, en 1727, que recoge y transmite un saber de siglos.
La maniobra con la almadraba de tiro comprende dos operaciones distintas, una primera de cerco, que ejecutan varias embarcaciones, y una segunda maniobra de tiro, realizada desde la playa. Resulta espectacular por lo amplio de su armamento, su numeroso personal y lo impresionante del escenario. Estas almadrabas se llaman también “de vista” –explica Messa- porque es la Torre del Atalaya quien gobierna la pesquería y, tras avistar los boles o tropas de atunes a flor de agua, dirige con señales los movimientos de las embarcaciones.
En la descripción de la técnica pesquera, dejaremos hablar a Messa hijo[15], que resume la explicación de su padre, realizada cuarenta años antes, mejorando la escritura. Aunque las dos maniobras fundamentales sean el cerco y el tiro, podemos dividir la primera operación, según los textos, en cuatro: el cerco de sedales, el resguardo con calones, la bolichada y el largado de la cinta.
2.1 Cerco de Sedales
Poniendo la almadraba de Conil como ejemplo, Messa hijo dice que “los Barcos que belan la mar, están preparados en su sitio sobstenidos en un Anclote mostrenco que llaman la Dara… avisados por la Torre, y mandando Calar, sale cada uno a la parte que le compette, tendiendo sus redes de esparto… para que guarden los Atunes…, Zercándose éstos con prontta diligencia, a fuerza de la Boga de los Remeros, que tripulan los Barcos...”. Este primer cerco lo realizan tres embarcaciones: la barca Segunda y dos boliches, de Levante y de Poniente.
El movimiento lo inician dos embarcaciones que están apostadas en la “dara”, un ancla situada en el mar no muy distante de la costa. Estas dos embarcaciones reman en direcciones distintas: la BARCA SEGUNDA larga el arte por fuera, remando en el sentido contrario al que traen los atunes, y el BOLICHE DE LEVANTE, cala en dirección a la playa. Dice Messa: “La Barca prinsipal se llama Segunda… compuesta de 14 Personas, un Arraez, un Proel, 2 Caladores de Plomo y panda y 10 Remeros. Esta sale calando su Zedal de espartto compuesto de 11 piernas, y cada una de 50 Brazas, así a la parte del Oeste llevando el peralto que han reconosido es necesario para coger en buena mar los Atunes, y vistos por los Atalayas estar en parage competente mandan arrivar a tierra la Barca llamándola con un Lienzo que le nombran Toca, en cuia ocasión, â salido otro Barco que llaman Boliche, guardando con otra red de esparto la parte del Levante hasta tocar con la reventtaçon de las olas para que los Atunes no enquentren salidas. Este Barco se compone de 8 hombres, un Arraez, 6 remeros y un Calador, y la Red de 10 a 11 piernas de largo, y el Hilado más grueso que el de la Red de Barca”. Así pues, la barca Segunda tiene una “esquifazón” o tripulación de 14 hombres y 8 el Boliche, con redes similares pero de distinta longitud y peralto, más larga y alta la primera, y más fuerte la segunda.
Entrando los atunes en el cerco, sale de tierra una tercera embarcación, el BOLICHE DE PONIENTE, adentrándose en la mar para cerrar el cerco: el “Boliche de Poniente, mettido quan en la orilla del Mar, compuesto del Arraez, 6 remeros y un calador, y una vez que la Torre manda arribar la barca referida, sale el dicho Boliche calando su zedal de tierra para fuera âsta que Cruza con el de la Barca, que hallándose franco levanta los Remos y suspende la red de fondo asegurando los Atunes”. El cerco se ha completado.
2.2. Resguardo con calones
Mientras se ejecuta la maniobra de cerco, 5 embarcaciones más pequeñas de 4 hombres -los CALONES- realizan sus faenas de apoyo en distintos puntos del cerco: el “calón de cabrestera” cuida de que no escapen los atunes en la Dara, uniendo los sedales de Boliche y Barca; el “calón de la delantera” manda a los otros tres barcos calones y cuida del correcto calado del sedal que larga la Barca, además de realizar otras faenas de apoyo y ayuda donde sea necesario.
Dice Messa: “La junta de las redes que llaman la Cabrestera, toca guardarla a un Barco de 5 que se hallan en el mar, con el nombre de Calones, compuesto de 4 Personas cada uno, gobernados 3 remeros por un Arraez. Este sitio es el más peligroso y arriesgado a salirse los Atunes por el sitio descubierto sin Red, mediante que el dicho Barco mantiene ambas Cabresteras de los Zedales, de Barca y Boliche, hasiendo un puente capaz de más de 12 Baras de frente, este se vela por el otro Arraes, y compañeros, y como biendose benir los Atunes asia otro sittio, se les tiran Piedras, se dan Palos en el agua con los remos, y golpes para que no lleguen mediante ser este pescado pusilánime y medroso, se retira”.
Y continúa: “Los otros 4 Calones executan sus faenas acudiendo cada uno a la parte que le toca mandados por el Calón de la Delantera, que es el Arraez que los supeditta, siendo la obligación del Barco deste nombre salir a recorrer las redes de Zedal de Barca, desempacharla y tirar de la pandazón… Otros 3 Barcos calones están cada uno a su faena acudiendo el que lleva la Sirga de Mar, que es un cavo de 250 Brazas de Cáñamo, al sitio que le compette por si falta la cala, y los demás Calones del Ancla y otros mandados y faenas, y ayudar a coger Zedales a los Boliches para que se alisten con mayor prontitud para haser Bolichadas”.
2.3. Bolichada
Completado el cerco, si la Torre Atalaya divisa otro golpe de atunes, se pescará haciendo una “bolichada”, que consiste en realizar un nuevo cerco a poniente del primero y abrir después aquel para reunir los dos boles en uno: “Estando declarado el modo de pescar Atunes âsta dejarlos dentro de los Zedales de Barca y Boliches, y cruzando el de Poniente con el de la Barca, queda que manifestar que siendo la Torre la que señorea el Mar, esta bé si bienen Atunes continuando el pasage. Vistos, mandan que el Boliche de Poniente sólo por sí salga calando, zercando los atunes entrándolos entre los 2 Zedales que estándolo, abre la Barca, y los mete dentro de su Zedal, zerrando la brecha que tenía abierta, dando tiempo al Boliche para que coxiendo su red que tiene en el Mar se ponga en parage de bolver a calar; estos encierros llaman Bolichadas, y para expresar cuanto puede ocurrir en este asunpto sería preciso dilatar este escripto… y según los días de Calmerías, Vientos, Mareas, Mar de Leva, Aguas rebueltas y ottras”.
2.4. Largado de la Cinta
La cinta es una red de cáñamo, grande, pesada y con copo, que se cala desde la BARCA PRIMERA o barca de la cinta, patroneada por el Armador mayor y tripulada por una “esquifazón” o tripulación de 14 hombres. Esta red se cala del mismo modo que una jábega, por fuera de los sedales, al objeto de asegurar la pesca y preparar el arrastre desde la playa. Dice Salvador López de Messa: “Calados los Atunes con las redes de esparto, sin intermición de tiempo se echa al Mar una Barca de las que están con las Redes de Cáñamo que llaman Zinta fuerte que se compone de distintos paños labrados, Copo, Cuchillos, Battideros, Alfenales y Alares con el peralto correspondiente… para señir las de esparto… de 80 ó 100 quintales. Es Red de calidad equibalente a guardar los Atunes, sus Mallas Cortas y las Cruces perfectas, su longitud dilattada, la pandazón abundante y los Copos bien enrrodetados, partes de que se compone la expresada Zinta, y estando en el Mar el Barco Governado del Armador Mayor, compuesto de 10 remeros, y un timonel, con distintos Caladores y 2 Proeles /o lo menos uno/ Zerca el Bol de Atunes, ziñiéndolos por fuera de los Zedales de esparto procurando asegurarlos por la parte de Levante, adonde se repiten buscando la salida, como natural en el curso de su pasage /salvo si el lanse es de revés”.
El largado de la Cinta libera de su trabajo al Boliche de Levante, que puede así recoger su red, con ayuda de un calón, y retirarse “a la Daza o surgidero del Ancla para poder calar más Atunes, repitiéndose los lances, pues estando seguros con la referida Zinta, sin pasar tiempo se bota la Segunda, y se halla pronta para volver a calar Atunes, hacerse nuevas Bolichadas sin que este lanse perjudique al que se caló primero, y se está tirando a tierra…”. Así pues, el boliche de levante y la barca segunda mantendrán caladas sus artes hasta que la Cinta las rodee por fuera, asegurando la pesca. A partir de entonces, recogerán redes desde las embarcaciones y se situarán en la dara para volver a empezar.
2.5. Tiro desde la playa
La maniobra de tiro se realiza desde la playa, donde numerosos hombres halan de los dos cabos o bandas de la Cinta hasta acercar los atunes a la orilla, donde son pescados. Para esta operación se necesitan muchos hombres “porque muchas Beses se hallan calados tres golpes de Atunes, y a un mismo tiempo se solisitan asegurar en la Arena sosteniendo las manos con el Tiro âsta que desembarasada la Gente del trabajo acuden al otro (por esta razón estas Almadravas an requerido mucha Gente de Tiro que llaman de Cavo y querda y por otro nombre Venttureros que en los años anttessedentes por aorrar quatro panes se pierden muchos atunes)”. El ahorro de personal, en este tipo de almadrabas, redundaba muy negativamente en el número de capturas.
Una vez que están los atunes cerca de la orilla del mar, se meten en el agua muchos hombres portando garfios o “cloques” –los paraleros o cloqueros- que enganchan los atunes por la cabeza arrastrándolos hasta la arena, donde los cargadores los recogen y montan en los carros que, tirados por bueyes, los conducirán a la Chanca, para ser subastados y vendidos o para pasar a la fábrica, donde serán cortados, salados y embarrilados.
3. PERSONAL Y EMPLEOS DE LA ALMADRABA DE TIRO
La almadraba de Tiro es una empresa pesquera compleja y con un elevado número de trabajadores, unos 500 ó 600 hombres en total. Siguiendo a López de Messa padre[16], podemos distinguir entre oficiales mayores y menores, gremios de mar y de tierra.
3.1. Oficiales mayores: la dirección de la pesquería
Los oficiales mayores de la almadraba de Tiro son cinco: capitán, administrador, contador, tesorero y veedor, que constituían la Junta de Oficiales y adoptaban las principales decisiones sobre la pesquera, presididos por el capitán. Estos oficiales tenían diversos ayudantes, subordinados y criados. A la Junta asistían también, si era necesario, el atalaya mayor y el armador mayor.
El primer empleo de la almadraba es –dice Messa- el de CAPITÁN y Justicia mayor “con plenitud de mando en todo lo perteneciente a la Almadraba y Gobierno expotico de quanto en ella ocurre y a quien están sujettos quantos sirven en ella”, es decir, oficiales mayores y menores, gremios de gentes y todos cuantos concurren a la pesquería: mercaderes, comerciantes o arrieros. Dice Messa que es empleo esencial desde siempre, “en quien deven residir todas las einttelixenzias de peritto, experiencia y sabiduría”, y como el duque deposita en él su confianza debe darle “toda la plenipotencia”. Es por tanto quien ostenta la “Jurisdicion ordinaria civil y criminal” en la pesquería , conociendo en todo género de causas. Es servido por un criado.
El capitán es asistido por cuatro Ayudantes a caballo –que S.Reguart llamará “mandones”- que “cuidan de quantto se les manda en dicha Almadraba y mandan en la Plaia y Marina a todos los Gremios de Gente y cuidan de haser tirar las manos de las redes asi de esparto como de cañamo, selando y ciudando el que vengan según artte de Pesquería”, siguiendo las instrucciones de la Torre Atalaya y del Armador mayor. Además, están encargados de guardar los atunes en tierra y de vigilar su conducción hasta la Chanca, asistiendo “a todas las demas faenas que son presisas dentro y fuera de la Chanca”, para que nada se extravíe, dando cuenta al Capitán de todo y haciendo cumplir sus órdenes. El empleo de Ayudante prepara para ascender a Veedor, y después a Capitán.
El segundo empleo es el de ADMINISTRADOR DE LA CHANCA, que manda “de la Puerta adenttro deella para poner cobro a los atunes de la enrramada, benderlos, beneficiarlos y disponer todo lo conducente a su mejor administración”. A su cargo están el Mayordomo de Chanca y cuatro mozos de Pilas, que cuidan de la enramada y la limpieza de las pilas de salazón. Dice Messa que el empleo de Administrador “ha recaido siempre en los que han servido los de Capitán” y que por su edad han sido relevados del mando. Subraya la importancia del oficio, que debe mantenerse, no dejando en manos del mayordomo de Chanca la venta de los atunes, que venden por debajo de precio a parientes, compañeros o amigos. Aparte de la venta, su trabajo consiste en procurar que las pilas estén bien acondicionadas para salar y es responsable de la seguridad de la fábrica, guardando las llaves del edificio.
El tercer empleo en importancia es el de CONTADOR de Almadraba, que tiene “el Gobierno de los Libros para llevar la quenta de todo” y tomar puntual nota y razón “de los atunes que pescaren, benttas que de ellos se executaron por mayor y por menor, dispendio de los caudales precisos y menesterosos entre los sirvientes que los deven aver, gasttos precisos e indispensables que se ofrecen, y todo lo demas”, procurando en todo momento velar por la Hacienda ducal y sus intereses.
Otro cargo importante, y que debe recaer en persona “de toda satisfacción” es el de TESORERO, que cuida de los caudales y de su seguridad, corrigiendo posibles yerros del Contador. No debe entregar dinero “sin Libramiento de la Contaduría” que es la que toma razón de lo que entra y sale.
El quinto empleo es el de VEEDOR DE MAR, que “debe estar a cargo de persona de la mayor einteligencia, practico en todas materias de Almadraba, y en quien concurran las prendas de sangre, calidad y respecto por ser el principalísimo exercisio de los armamentos por lo mucho a que se extiende su mando en todos Gremios de Gentes de mar y tierra”, para lo que debe tener entereza y mano izquierda, pues ha de bregar con “personas de tan distintas ocupaziones, genios y naturales” que es preciso saberlos tratar. Su trabajo consiste en tener “todos los barcos y redes listos y pronttos para matar atunes, botarlos y bararlos siempre que sea necesario, regogerlas de las playas y parages donde se an quedado las redes quando se mattan los atunes. Hacerlas tender para que se enfugen, aplicarlas para enttrarlas en los expresados barcos, y tenerlo todo dispuesto para que no aiga falta, reprehendiendo a cada uno lo que hiciere, tanto en el mar como en ttierra y dando quenta al Capitan quando se nezesite para su remedio”. Debe tener especial cuidado “en que los dichos barcos estén en el mar al romper el dia y que las dichas redes estén dentro de los barcos, siempre prevenidos, y que no por estta falta se dexe de pescar atunes”. Al ser oficio de mucha vigilancia, para evitar faltas y yerros, el Veedor debe tener un Ayudante a caballo.
3.2 Oficiales menores: la intendencia
Los oficiales o plazas menores son subordinados de los anteriores o de menor rango, y no tienen relación con la mar. Las fuentes hablan de “criados menores” del duque. El MAYORDOMO DE LA CHANCA trabaja dentro del edificio industrial, ayudando al Administrador en todo; debe estar presente, como fiel, cuando se pesa el atún, en las ventas y en la salazón, mandando en los mozos de pilas. El Administrador del SALERO es quien distribuye y vende la sal a los mercaderes que salan atún, al precio de 16 reales la fanega, ayudado por un Mozo. El BASTIMENTERO cuida de la “distribución de las harinas y pan que se da durante la temporada”, que solía estar en torno a las 1.000 fanegas de trigo, según la gente. Lleva un Libro de la Contaduría donde anotaba semanalmente lo que daba a cada individuo o plaza, según su oficio, el peso del pan diario o de la harina repartidos entre la gente.
El MAYORDOMO DE LAS HARINAS trabaja en los molinos de Casa Blanca (Santa Lucía, Vejer), desde donde remitía al Bastimento de las almadrabas la correspondiente porción de “trigo de Maquilas Blancas y Basas”, dando cuenta de ello a la Contaduría. Para este mayordomo trabaja un “Ahechador” que, con cabalgadura propia “conduce a los Molinos el trigo para molerlo y lo vuelve a ttraer en harina del Almacen de Casa Blanca”. Se necesitaba también un Arriero que, durante la temporada, con recua de mulos competente conduce las harinas desde los molinos de Santa Lucía hasta el Bastimento de la almadraba, “en cuio acarretto se hace postura, y por la mas baxa se remata, siendo su regular prezio el de un real por cada quintal”.
Finalmente, hay un MAYORDOMO DE CARRETAS “para el acarreo de Atunes desde la Plaia a la Chanca”, y un CABALLERIZO, con uno o dos mozos, que “dispone lo que pertenece a ella para que los caballos estén pronttos quando manda la Atalaya mediantte el trabaxo que hazen en las plaias (y) cuida de la comida y limpiesa de los caballos toda la temporada”.
Messa padre señala algunas plazas desaparecidas como la de Alguacil mayor de la chanca, y la de Capellán, que dice no existe entonces por “no desirse Misa en el oratorio arreglado a lo mandado por su Santidad”, aunque las misas volverán más tarde. Las plazas de Barbero y Lavandera se habían suprimido hacía poco tiempo, aunque la primera volverá a servirse también con posterioridad.
3.3 Gremios de mar: los pescadores
Los gremios de mar están integrados por atalayas y armadores, patrones de las embarcaciones, proeles, caladores y remeros. Además del personal embarcado, hay pandillas, cabeceras y paraleros, que desempeñen su trabajo desde los barcos o en la misma orilla, metidos literalmente en el agua. En total suman unos 180-200 hombres.
El ATALAYA MAYOR es quien avista los atunes y dirige la pesquería. “Lo principal que compone la Almadraba de Tiro –dice Messa- es La Torre que llaman de la Atalaya”, donde trabajaban hombres y muchachos: tres o cuatro Atalayas, uno o dos Oficiales y los Aprendices. Para ejercer este oficio era preciso “ser perittos y zenttificos en su profesión, de buena Vistta y de mayor experiencia en el reconocimiento del pasaje del atún premeditando tiempos, mareas y calmerias”, mandando los barcos al lugar conveniente para el éxito del lance. La Torre, bajo la dirección del Atalaya mayor, toma sus decisiones “de consejo y acuerdo de sus compañeros Atalayas”. Sus señales a la barca segunda con la toca o “lienso de sinco varas”, y otras muy diversas señales con sombreros y capas a las demás embarcaciones son fundamentales. Messa enfatiza “el desvelo de sus exercisios” y lo que pueden aportar los atalayas a los caudales del duque, de valorarse debidamente y mejorar la retribución de sus servicios.
Torre Atalaya y pescadores
El ARMADOR MAYOR es quien gobierna el armamento de Tiro, por lo que debe ser perito en el Arte y redero “discursivo” e inteligente, pues de él pende también el buen éxito de la pesquera. El “manda a toda Jentte de mar, y estta a su cuidado la direczion de Calar las Cintas que mattan los Atunes y todo lo demas que es necesario para lograrla y tanbien manda a ottros quattro Armadores rederos y alistadores dellas, los quales le aiudan a quantto ocurre dentro de la temporada y antes de empezarla, para dexar perfectto el armamento”. El Armador mayor es responsable de que “todos los Barcos que pescan se botten y baren a las oras que son presisas”, y también se embarca y patronea la Barca primera, que larga la cinta, y hace “señales desde la proa de la Barca con dos Sombreros que lleva cada uno en su mano cuias señales se entienden en ttierra por los Aiudantes de capitán y armadores que están en ellas gobernándolas para que no se comettan Yerros por el mucho Gentío que ttira de las Cuerdas; y dicho Armador maior debe Selar y mirar los tiempos de Mar y Viento para que se pueda Pescar sin arresgar los Barcos y redes y en fin es empleo que debe exerserlo persona de toda esperiensia y einttelixensia”. Este armador es, en fin, quien dirige la maniobra de calado y virado de la cinta, mandando en toda la gente de mar, y en los cuatro Armadores subalternos, que le ayudan en temporada y antes de ella para que el armamento esté preparado, cuidando también del correcto tiro de sedales y cinta.
Los ALMOCADENES son los arraeces o patrones de las dos Barcas de Segunda, cada una con su “esquifazón” de 14: 10 remeros, un calador de plomo y otro de panda, y uno o dos proeles, además del “almocero” que suministra comida y agua a la tripulación, pues pasan todo el día en la mar. Dice Messa que los almocadenes “deven ser prácticos e inteligentes por no malogar los lanses que Dios imbiare y siendo esttos hombres de Mar mandadores de Barcos de Pesquería es creible no haran cosa con malisia”. Hay también dos arraeces BOLICHEROS, uno del Boliche de Levante y otro del de Poniente, que mandan embarcaciones de 7 u 8 hombres, entre calador y remeros. Según Messa, estos arraeces “deven ser prácticos, mandan su Barco y remeros y observan las señales de la Torre con las que dirixen su operación para el maior acierto”. Finalmente, los arraeces de CALONES patronean los cuatro o cinco calones, cada uno con 3 remeros mozos y realizan sus tareas dirigidos por el que llaman “Cavesera” o Calón de la delantera.
Así pues, unos 70 hombres embarcados entre los 8 ó 10 patrones de embarcaciones, mayores y menores, 6 u 8 CALADORES, 50 REMEROS y 4 proeles. El gremio de PROELES -dice Messa- está formado por cuatro, dos para Segundas de sedal y otros dos para la Barca de la cinta, a las órdenes del Armador mayor. Generalmente, hacen turno y se embarca solo uno, pero a veces son necesarios dos por barca, “según la marejada que ubiere en el mar, porque esttos Gobiernan las Palancas para con ellas gobernar las dichas Barcas y para que no den al ttraves en la costta y salgan para fuera, o que aproen a ttierra”. Siguen las indicaciones de la Torre “desde la proa de las Barcas y advierten a los arraeses lo que deven executtar por si no ubiesen Vistto las dichas señales, refiriéndolas en alta bos que todos las oigan”. De los buenos proeles salían los almocadenes.
Los dos PANDILLAS “deven ser buenos nadadores y busos que corran por debaxo del agua”, pues su trabajo consiste en “traer la panda en tierra en los dias de maraje y tormenta y en ottros que son presisos”, para poder realizar desde ella el tiro del Sedal o de la Cinta. Realizan su trabajo con “una cuerda de esparto de ttreintta o quarentta brasas delgada que esta la unen y anudan con las cuerdas que llaman medias y arrojándose a el mar bienen en ttierra y estando inmediato della y que hase pie se va ttirando la cuerda delgada poco a poco astta llegar a la media que es la que llaman Cala con la que se asegura la cabrestera de la Cinta por ser dicha cala una cuerda gruesa de veinte y un hilos”. Este empleo lo sirven normalmente paraleros, y Messa lo considera mal pagado pues “es de mucho trabaxo y riesgo”, y solo se pagaba por él algo más de su soldada.
Los CABECERAS se ocupan en poner “denttro de las Barcas de Cinta las redes de Cañamo, dexandolas ordenadas para poderlas calar en el Mar sin que se enreden, y ttamvien se embarcan en dichas Barcas de Cinta ttres o quattro y calan dichas redes y todos acuden a las manos al tiempo que llegan las Cabrestteras en ttierra y ttienen cuidado de dividirse en parttes yguales sosteniendo las redes para arriva por la partte de la pandason y corcha de forma que el plomo quede en lo profundo de la arena (y levantarlas a la orilla sosteniendo el corcho para que los atunes no encuentren salida) cuia dilixensia es bastante para que los atunes no revientten por la partte de la orilla y se salgan, y estta Dilixensia la executtan estando dentro del Mar, el Agua a la cintura...”. Dice que siempre han trabajado en este oficio 20 personas, que han disminuido recientemente a 12 con su arraez, y recomienda se incrementen.
Finalmente, destaca por su importancia numérica el gremio de PARALEROS, unos 80 ó 100 y más, según se necesiten, gobernados por 2 ó 3 arraeces. Estos “sirven de Bottar y Barar las Barcas, que se entiende echarlas al mar, y sacarlas del sobre Parales, y ttamvien estte gremio cloquea y saca a la arena los atunes con sus garavattos que llaman Cloques. Es de travaxo estta ocupasion y diario, y mas resio el dia que se repitten los golpes de atunes porque siempre estan moxados, y madrugan y salen a la Plaia antes de amanecer y todos para echar todos los Barcos a el Mar, de forma que enttre dos luses estta cada uno a donde le toca, y a estte gremio lo manda el Beedor de Mar y lo entienden con el pitto que les toca”. Sobre el carácter de los paraleros, Messa señala que “es mui buena Jente pero mui belicosa por ser la mas compuesta de hombres marítimos criados en las playas y pesquerías, es necesario tratarlos con toda maña y avilidad para tenerlos sujetos y gustosos, esttos acuden a quantas faenas se ofresen porque se cogen para todo travaxo”, aunque su principal ocupación como queda dicho es botar y varar los barcos y sacar los atunes a la arena. El Veedor ha de ser duro con ellos, pues “si le sienten blando y no de entereza, hazen con ellos lo que los Hijos pequeños executtan con sus Padres por tolerarles sus Grasias, y asi este exersisio es para hombre de bigotes, para hablarles bien y con toda cortesía, y mandarlos con toda potestad sin permitirles estrechezes que ahora veo practicadas”.
3.4. Gremios de tierra: trabajadores de la playa y de la Chanca
Los gremios de tierra suman entre 300 y 400 hombres. Los remeros de tierra, breviones, cargadores, carreteros y, sobre todo, los ventureros. Además, está el personal de la Chanca: cuchillos, cuchillas, saladores y mozos; y otros oficios: guardabarcas, pandero, tambor y pregonero o arriero. Porque “estte Armamento de Tiro ensierra en si ottros infinitos Gremios de Jentes que hasen un numero suvido de Plazas porque siempre en lo pasado a compuesto el de 600, las que desde el año de 1715 se an zeñido minorándolas a las que an parecido convenientes”, lo que era criticado por los vecinos de Conil, “sin considerar -dice Messa- que (los atunes) estan en su zenttro, que tienen colas y que con isttinto procuran su huida”[17].
Los REMEROS DE TIERRA eran 8 ó 10, y “solo se ocupan en estivar las Barcas con la cala de esparto, recoxer las medias de la Plaia y aplicarlas a la popa para tenerlas mas zerca”. Los manda un arraez, que ha de ser “práctico e inteligente”. Secan las redes, “las abren y ponen a enjugar y después las enttran dentro de las Barcas estibándolas y dexandolas corrienttes para poder Calar”, multiplicándose el trabajo cuando se calan atunes.
Los BREVIONES son 12 ó 14 muchachos, mandados por un arraez de edad, antiguo oficial en la almadraba. Su trabajo consiste en sostener el cabo de la cala o “media” que deja en tierra la Barca de sedal, “y luego que manda la Torre el dicho arraes y muchachos se asen a la cuerda y la tienen tirantte astta que llega la Gente y empiezan a tirar”. Los breviones realizan también otros “mandados” que no exigían fuerza física.
Sin duda, el gremio VENTUREROS era el más numeroso de toda la pesquería también llamados aventureros o “gente de cabo y cuerda”, entre 200 y 300 hombres. Messa dice de ellos que es gente “pícara” y de mala fama, todos “pobretones”, que se contratan “para quantas faenas se necesitan en tierra, tirar de las redes, cargarlas, tenderlas (en los barronales astta que se enjuga y las aplican a las popas de las barcas), transportar pandazones a la plaia, parales y otras muchas cosas dentro y fuera de la Chanca, arrastrando atunes para salarlos, retirando las cavezas, y traer sal del salero”.
Los CARGADORES eran otro gremio importante, entre 12 y 20 hombres robustos, mandados por su arraez, que “cargan los atunes entre dos en las carretas, y los arrumban y enttran en la Ramada que estta en la Chanca”.
La almadraba necesitaba 14 ó 16 carretas, que se alquilaban, para conducir los atunes desde la playa a la Chanca. Los CARRETEROS percibían por su trabajo la cantidad pactada en dinero y en trigo. Messa padre no era partidario de que el duque mantuviera carretas y bueyes propios, por considerarlo más costoso que arrendarlas. Un boyero se encargaba de alimentar a los animales.
En la Chanca, bajo la dirección del Administrador, además de Mayordomo y mozos, trabajaban 9 ó 10 hombres, que despiezaban y salaban el atún, mandados por un arraez. Los CUCHILLOS eran los ronqueadores, que “dividen los atunes en quattro quarttos separando la espina con prontitud y pocos golpes”, y los CUCHILLAS los partían en trozos más pequeños “dejandolos en pozittura de que la sal los penettre por ser carnoso” o “dexan los quarttos compuestos para que no se puedan dañar”. Finalmente, los SALADORES, entre 8 y 12, con su arraez, debían ser “lixeros de manos” y trabajan en las pilas salando.
Otro oficio era el TAMBOR Y PREGONERO que realizada actividades diversas: “toca la caxa siempre que se ha de dar el Pan por mañana y ttarde y por las madrugadas llama la Gente del mar tocándola donnde la oigan y llamando a las puertas a los Arraeses, y ttanvien sale por las calles y paraxes de la Almadraba quando llama la Torre convocando la Gente para que acuda a la Plaia, y al tiempo de darles Pan llama a cada uno por su Nombre, y Pregona los atunes para su Bentta…”.
El PANDERO se dedicaba exclusivamente a “abujerear corchas para pandazon, arrizanarlas y cuidarlas recoxiendo las que el mar arroja a la orilla y se quittan de las redes ya por falta de arrizan como por averse rompido el abujero”.
Finalmente los dos GUARDABARCAS se turnaban de día y de noche, en la playa “guardando las redes y pelttrechos y mientras bela uno duerme el ottro”.
3.5. Sueldos y menestras
Los sueldos y la alimentación diaria del personal corrían por parte de la empresa, dándose a cada uno “lo que le pertenece según su ocupación y exerzizio”. Los diferentes pagos, en dinero o en especie, se regían por la costumbre y son una interesante muestra del valor que se concedía a cada plaza, cargo u oficio, en la almadraba.
Joseph Salvador López de Messa muestra con detalle las diferentes soldadas en reales por temporada, la manutención diaria –reales y panes- y el pago semanal –harinas, carnes y reales[18]. Hemos incluido todo el personal de la pesquera en tres cuadros: a) Oficiales, con sus sirvientes, b) Gente de mar, y c) Gente de playa y personal de la Chanca. Como es lógico, los primeros tenían los mayores retribuciones, aunque la mala pesca se tradujo en una reducción de sueldos a comienzos del XVIII. El recorte salarial afectó también, pero menos, a los Pescadores. Los salarios de la gente de tierra eran los más bajos. En sus Papeles, Messa aconseja incrementar algunos salarios y recomienda proveer todas las plazas de la pesquería, para el mejor logro de la empresa.
Los sueldos de los cinco OFICIALES mayores se habían disminuido recientemente en 200 reales, pues antes de 1715 –dice Messa- el Capitán ganaba 800 reales y 600 los otros cuatro. Capitán, contador y tesorero percibían también una “ayuda de costa” (AC), por la conducción de su equipaje hasta la almadraba; los 4 ayudantes del capitán solían recibir también una ayuda de 50 reales para el mantenimiento de sus caballos en la pesquería. En concepto de “menestras”, los oficiales, mayores y menores, percibían a diario -aparte del sueldo por temporada- una cantidad variable de reales y 5 panes blancos de media libra para su manutención. El ayudante de veedor era cargo reciente, con una forma particular de pago. También hemos incluido en la relación a los criados o sirvientes de los oficiales, que no percibían menestras. Tampoco las tenía el mayordomo de Harinas, que trabajaba en los Molinos de Santa Lucía.
Entre la GENTE DE MAR, armador mayor y atalaya mayor eran los trabajos y sueldos principales. Por debajo estaban los demás atalayas y oficiales atalayas (los aprendices no cobraban), los armadores menores o subalternos y los patrones de embarcaciones. Todos percibían sus “menestras” diarias y, sobre todo, semanales en dinero o en arrobas y cuartillos de harina. Los armadores recibían además una gratificación (G) de un real y un medio de harina el día en que alistaban las redes. Los proeles y toda la gente de mar, ración semanal de carne en libras, imprescindible para dar energía, que solía pagarse por tripulaciones. Messa señala que el sueldo de los remeros también había disminuido, pues antes cobraban hasta 110 reales. El salario de calones y los remeros mozos que bogaban en ellos se da en conjunto, 300 reales por calón, por lo que los valores del cuadro en estas clases no son seguros (hemos anotado 150 para el arraez y 50 para los mozos). La calidad de la harina –blanca y “basa”- es otra muestra más de la clara jerarquía que se establecía entre los distintos oficios o plazas de la pesquera.
Los paraleros estaban mejor pagados que los remeros, y sus dos o tres arraeces o jefes cobraban los mejores sueldos de toda la gente de mar, pues se les gratifica “que moderen el aver de su Gremio, conforme al trabaxo y al mérito”, es decir, debían especificar la soldada a percibir por cada uno en función del trabajo realizado, pudiendo cobrar entre 7 y 14 ducados[19], siendo 10 ducados el promedio, además de 5 ó 6 panes de 2,5 libras. Si había “rebote de atunes” o trabajo extra, se gratificaba a los paraleros y a otros gremios de tierra con un refresco (R) de pan, queso y vino.
Finalmente, la GENTE DE TIERRA era la más numerosa y sus sueldos los más bajos, siendo los mejor pagados los “cuchillas” o ronqueadores de la Chanca; los sueldos menores eran los de los ventureros. Este gremio, el más numeroso de toda la pesquería, cobraba entre 22 y 44 reales por temporada, pues se les pagaba según el trabajo realizado y había entre ellos muchachos, viejos y mozos. Aparte, los ventureros y otros gremios percibían 5 ó 6 panes diarios de 2,5 libras con harina mezclada, blanca y “basa”; otros oficios recibían semanalmente su ración de harina o de carne. Los cargadores tenían un extra (E) de 2 ó 3 maravedís por cada atún descargado en la chanca. Y si había rebote de atunes, se concedía a determinados gremios un refresco (R), como el señalado más arriba a los paraleros. Los carreteros tenían un régimen especial, cobrando una cantidad prefijada por su trabajo y el arriendo de sus carretas para la pesquería.
4.EMBARCACIONES, REDES Y PERTRECHOS
Para el buen éxito de la almadraba de tiro –dice Messa- es imprescindible disponer de la gente necesaria, sin escatimar en su número, pero también “tener duplicadas las Redes, Barcos sufizientes y precisos, Pelttrechados con todo lo menesteroso para que esten exquifados” o a punto.
4.1. Barcos y artes
La almadraba necesitaba 14-15 embarcaciones: 4-5 BARCAS para cinta de 23 codos de eslora cada una, 3 Barcas de segunda o sedal de 20 codos, 2 BOLICHES de 18 codos y 5 CALONES de hasta 13 y 14 codos. Unas estarán pescando y otras prevenidas y listas para cuando se precise.
Los barcos necesitan 3 esquifazones de 11 REMOS de Barca, para cintas y segundas, 2 esquifazones de 7 remos para Boliches, y 20 remos para los Calones, a 4 remos por bote, “y sin embargo se deveran prevenir ottros para remplazar los que se rompieren”[20].
Las REDES son de cáñamo y de esparto y al iniciarse la pesquería han de estar “alistadas y como deven estar para la pesca de Atunes corrientes y según artte teniendo presentte la altura del lanse… asi las de cañamo como de esparto ttengan las cruzes correspondientes y peraltto necesario de forma que las plomadas bengan baxas y mediattas al senttro y que las pandas estten belando sobre el agua”.
Las CINTAS son redes de cáñamo, con sus dos bandas y copo, y debían ser 6 ó 7 “que teniéndolas completas le an dado el nombre de Almadraba Real”. Sus mallas deben ser “cortas y las cruces perfectas, su longitud dilattada, la pandazón abundante”, y se componen de distintos paños: el copo, ya citado, y en cada banda “Cuchillos, Battideros, Alfenales y Alares con el peralto correspondiente…”, con unos 80 ó 100 quintales de peso. Los copos de estas redes deben estar “bien enjamonados con igualdad y poniendo en ellos y en los alares los bollos de barro correspondientes en los claros y que tengan el peso necesario como ttanvien el que estén … vien enrrodettados y juntos para questtos belen sobre el agua y estén guardados los atunes cuando estando serca de la orilla las redes de cinta y acuden a uir de golpe”.
Almacén de Pertrechos durante la excavación arqueológica, 2010-2012
Hacen falta también 5 SEDALES de Barca “que zon redes de esparto de un torcido primo compuesto” y 4 Sedales de Boliche “de la misma posittura aunque con algunas diferencias” en el largo e hilado. El Sedal de barca es una red de esparto de 11 piernas, y 50 Brazas cada una, con el peralto “que han reconocido necesario”; el Sedal de Boliche de Levante es otra red de esparto, de 10 a 11 piernas de largo, y “el hilado más grueso que el de la red de Barca”, por ser el sitio hacia donde tienden a huir los atunes. Así pues, se trata de redes similares pero con distinta longitud y peralto, más larga y alta la primera, y más fuerte la segunda. La red de Boliche de Poniente es parecida, aunque más ligera, para hacer bolichadas.
4.2. Pertrechos muy diversos
Además de artes y embarcaciones, eran precisos pertrechos muy diversos en relación con la pesquería, la actividad industrial que generaba o con el abasto de la gente. Messa padre e hijo se complementan en la descripción de los diferentes pertrechos.
Para amarrar los barcos en el mar, se precisa de un ancla grande, la DARA, donde permanecen las embarcaciones, pendientes de la Torre. Para gobernarlas hacen falta 6-8 PALANCAS de Barca y 3-4 de Boliche “con el largo y grueso de madera competente, puestos en ella sus recattones de yerro fuertte para que se asgan en la arena”. Las embarcaciones deben tener también CUBETAS Y VERTEDORES “para achicar agua en el mar”, si la hiciesen las barcas. Y uno de los calones ha de llevar una SIRGA de Mar o cuerda de cáñamo de 250 brazas de largo y cabo de 2 pulgadas de grueso, por si hiciese falta para tirar de las redes a tierra, y también una sirga de Proeles de 30 brazas, “para cavecear los barcos”.
Para botar y varar las barcas en la playa hacen falta 100 PARALES hechos “de madera lixera que llanan aliso, de tres baras y media de largo y el grueso necesario” para resistir el peso de los barcos. Sin que falte SEBO derretido, para botar y varar, y CORDELA de cáñamo de 50 brazas de largo y 5 ó 7 pulgadas de grueso para tirar de los barcos “por pesados que sean”. Tampoco deben faltar en la arena TINAS para tener siempre agua a disposición de los trabajadores.
Es preciso disponer de CUERDAS, CORCHAS e HILO. Para el calamento son precisas 300 sogas de esparto que llaman Medias de a 21 hilos cada una, y de otras tantas brazas de largo más o menos, y otras sogas de 18 hilos y 30 a 32 brazas. Las corchas para la pandazón de las redes deben ser abundantes: unas 500-600 pandas, y unos 1.000 “arizanes” de esparto para ellas “para surtir las que se rompen en el mar, y se pierden en las playas”. Además de porción de 200 rodetes de corcha “para enjamonar los copos que puedan tener rotura” y otra porción de 800 BOLLOS de barro y arena cocidos “que sirven de plomos, para alistar las redes de cáñamo y esparto que se rompan”. Messa hijo señala que para la remienda de redes, es preciso tener en los Almacenes quintal y medio de cáñamo hilado de piola para la cinta, tomizas de esparto para sedales y tralla o sogas delgadas de esparto para alistarlos.
Atún y Cloque, hallado en la excavación arqueológica
En la CHANCA se precisaba tener: PESO Y PESAS para pesar los quintales de atún, y media fanega y cuartilla para medir la sal, PALAS para las Pilas y para el Salero, 24 TABLAS para éste último y 2 ó 3 PARIHUELAS para acarrear la sal. En el Bastimento debía haber harina para hacer el pan y repartir a cada empleado y carne para los gremios que la recibían, además del dinero para menestras y soldadas. Y en los Almacenes, BOTAS y cuarterolas de madera para recoger las harinas, pesos y pesas para pesarlas, y MENAJE de cocina: cántaros, lebrillos, ollas y cazuelas para socorrer a los gremios y hacer sus comidas, un HORNO para cocer el pan, con sus palas, peso y pesas para pesarlo. Además, se necesitaba una caxa de guerra o TAMBOR “para llamar a la gente a faenas”, FAROLES “para los parajes que se necesitan”, y OTRAS muchas cosas: tenazas para cáñamo, tablas, brea, estopa, clavos, alquitrán, grasa, madera para las carenas, pies de roa, estrobos para los remos, alvitanas, bigas para las enramadas, cuchillas, cuchillos, cloques “y ottras menudencias”. Todos los años , al finalizar la temporada, se hacía recuento y relación de ellos por la Contaduría ducal. Y antes de iniciarse una nueva temporada, los pertechos y repuestos que fuesen necesarios “se aprontan y conducen a los Almagazenes” de las Chancas, bajo supervisión del Capitán, y “todo devera estar pronto para que no aiga falta”. Los Libros de almadraba del Archivo Ducal hacen inventario anual de todos los barcos, artes y pertrechos existentes en las Chancas.
En fin, los textos de Joseph Salvador López de Messa, de 1727, con el complemento de sus magníficos dibujos y los de la almadraba de Conil de 1766, son un documento excepcional para comprender la complejidad y el ingenio de una forma de pesca de orígenes muy antiguos, hoy desaparecida, que forma ya parte de la interesante y desconocida historia pesquera de Andalucía.
NOTAS
[1] ARCHIVO DUCAL DE MEDINA SIDONIA (ADMS), Leg. 1062: Papeles sobre las Almadrabas de la Casa de Medina-Sidonia, en que ay dictamenes para el mejor logro de las Pesquerias, su Gobierno y Administración, y sobre la antigua de Tiro y moderna de Buche: con dos Mapas de la situación en que se hallan las de Zahara y Conil.
[2] ADMS, Leg. 229: Explicación de la almadraba de Tiro, 6 de diciembre de 1765.
[3] ADMS, Leg. 3809: Cuentas de Conil, de Bartolomé Arrafán, 1765-1770. En carta del Duque a Arrafán, de 5 octubre 1765 (cuentas de 1766), se lee: “deseando tener juntos los diseños de todos los generos de Armamentos de mis Almadrabas, te he de deber encargar a un sujeto inteligente en el dibujo forme un Mapa de la Almadraba de Tiro que se arma en la costa de esa mi Villa… señalando en él los cuatro Vientos cardinales, y el curso que lleve el Pescado, con el modo de calar un Bohol sencillo en una parte, y en otra un Bohol y Bolichada, figurando las Varcas y calones que se ocupan en estas maniobras, con sus redes, gente de tierra, Torre de Atalaya y todo lo demás…”
[4] Estos documentos fueron mostrados y comentados por Luisa Isabel ÁLVAREZ DE TOLEDO (2007): Las Almadrabas de los Guzmanes. Fundación Casa Medina Sidonia.
[5] Ver SANTOS GARCÍA, A. (2007): “El Siglo de Oro de la pesca del atún”, Boletín La Laja nº 8, pp. 28-34
[6] ÁLVAREZ DE TOLEDO, L. I. (s/f): Los Guzmanes III (1665-1955). Del exilio a la Unión de las Casas. Fundación Medina Sidonia, pp. 6-7.
[7] ARCHIVO DEL MUSEO NAVAL, Impresos 1186 F.023/15, pp. 210-307. El escribano Manuel Belinchón copia y certifica diversos documentos presentados por el XIV duque: privilegios, ejecutorias, etc.
[8] SARMIENTO, fray Matín (1757): “De los atunes y de sus transmigraciones y conjetura sobre la decadencia de las almadrabas y sobre los medios para restituirlas”, en Pesquerías tradicionales y conflictos ecológicos, 1681-1794, LÓPEZ LINAJE y J.C. ARBEX, Mº Agricultura y Pesca, 1991, pp. 61-98.
[9] RÍOS JIMÉNEZ, Segundo (2004): “La pesca en Andalucía (1700-1900): una visión a largo plazo”, en Historia de la pesca en el ámbito del Estrecho, pp.929-959, ofrece una buena panorámica general.
[10] ADMS, Leg. 1062. El documento que comentamos contiene 2 partes fundamentales: una Carta al Duque de 18 de octubre de 1725 (Pliego de prevenciones sobre las almadrabas) y el Tratado de Almadrabas de 17 de septiembre de 1727.
[11] La nueva almadraba –dice- “causo a todos sus naturales la mayor confusión, motivándoles a la mas grande inquietud… privándoles de los intereses que de tan Inmemorial Tiempo ttenían adquiridos con los que… mantenían sus Casas y familias. Estto Sr. les conttrixttó tanto que apenas se encontraría hombre que no ablase conttra el armamento y su disposición… y pareze que les cave disculpa, pues a quien padece necesidad y les falta el pan no quieren esttar callados, y se contentan con decirlo” pero afirma que “aviendo hecho escrutinio secretto de lo acaecido en el armamento, no e podido enconttar la mas leve sospecha ni otra culpa en aquellos Vasallos, que la de las Boses derramadas al tiempo de su formación, comprobándose que quien le rompio y arruino no fue ottra cosa que el de aver empezado el mar a enbrabeserse con viento suduestte” (ADMS, Leg. 1062: Papeles… Tratado… op. cit.)
[12] Messa había propuesto para 1728 arrendar por sí y con otros compañeros un nuevo arte de su invención, con 9-10 barcas y 200 hombres. El “encierro” de la pesca se haría a la manera del Buche, pero el “despesque” sería a la manera del Tiro, pescando los atunes en la playa. (ADMS, Leg. 1062: Papeles… Tratado de Almadrabas… Op. cit.)
[13] ADMS, Leg. 3549: Cuentas de la almadraba de Buche de Conil y el jabegón de Tiro de Zahara, año 1728. Según los armadores portugueses, pudieron haberse pescado 20.000 atunes, pero los endiches se rompieron repetidas veces con el mal tiempo, realizando en toda la temporada una sola levantada de 135 atunes, desarmándose la almadraba el 31 de mayo. Entretanto, ese mismo año el Tiro de Zahara pescó 6.702 atunes, con 483 hombres y 12 embarcaciones.
[14] Todos estos autores hicieron interesantes descripciones de la pesquera, algo repetitivas. Baste aquí destacar la completa descripción de Sáñez Reguar, en su clásico Diccionario histórico de los Artes de la Pesca nacional, de 1791.
[15] ADMS, Leg. 229: Explicación…, Op. cit.
[16] ADMS, Leg. 1062: Papeles… Tratado de Almadrabas… Extracto de los Empleos… Op. cit.
[17] Lo que criticaban los de Conil era el jabegón o media almadraba que se armó durante las primeras décadas del XVIII, que reducía las posibilidades de empleo del vecindario durante la pesquera.
[18] ADMS, Leg. 1062: Papeles… Tratado de Almadrabas… La información se da en dos partes del escrito, el “Extracto de los empleos…” y en el texto explicativo de la Almadraba de Tiro. Los datos no siempre coinciden, pero sí en líneas generales, aportando una interesante visión de conjunto.
[19] Un ducado equivale a unos 11 reales ó 375 maravedís; un real son 34 maravedís
[20] A comienzos del XVIII, las embarcaciones se arrendaban a los pescadores, en Conil, pero desde los años 20 los duques fueron adquiriendo barcos propios.